por Shan Luo*
Un dicho de Jorge Luis Borges explica, “La
muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene”. El dolor y la muerte forman parte del aprendizaje
de la vida. La protección de las familias hacen que los niños se enfrenten a la
muerte de un modo atenuado, pero ¿qué ocurre cuando es la muerte la que se lleva a la
madre?
La película “Un monstruo viene a verme” cuenta efectivamente la historia de cómo un chico se enfrenta a la
muerte de su madre. “Los niños expresan inicialmente temor, confusión y
escepticismo al referirse a la muerte. Luego experimentan sentimientos de
tristeza, un anhelo porque la persona regrese, dificultades en la concentración,
el sueño, y cambios en la alimentación” (Lozano Cortés, L.M. y Chaskel, R.,
2009: 19).
Su primer dolor viene por la enfermedad
de la madre. Debido a la enfermedad de la madre, Conor siente ansiedad, miedo,
y presión de una parte por la vida. Por el lado de la familia, tiene que
cuidarse solo y llevar la responsabilidad de la casa. Además la llegada de su abuela y su padre
aumentan su malestar. Por otro lado, en la escuela ya no estudia, sino que se dedica a pintar durante la clase; al final incluso llevará auriculares para escuchar música durante
la clase. En este caso, su maestro le saludaba al inicio, pero finalmente sólo
le deja así. Del mismo modo, sus
compañeros le golpeaban antes, y ahora es como invisible para ellos. Todo eso
es una fuente de su dolor.
Su segundo dolor
viene por un sentimiento de culpa. ¿Por qué se siente culpable? En el final de
la película, Conor dice la verdad sobre su pesadilla, que ha dejado su madre
caer, le ha dejado morir. Pero ¿por qué desea
la muerte de su madre? Según el estudio psicológico “Los niños de los once
años desarrollan su propia filosofía de la vida y, en consecuencia, cambian su
actitud frente a la muerte” (Lozano Cortés, L.M. y Chaskel, R., 2009: 23). Realmente Conor sabe lo que le está pasando a su madre, pero cada vez que
pregunta la situación a su madre, ella solo le dice que está bien. Igual que al comienzo de la pesadilla,
la madre solo dice “Estoy bien” para que Conor no se preocupe y sea
feliz. Al contrario, Conor ya tiene la capacidad de conocer el mundo, de pensar
la muerte y tener su propia idea. En ese momento, le falta una ideología guía, y tiene mucha confusión cognitiva. “Una de las variantes más padecidas de
duda patológica, es la que se origina en los sentimientos de culpa, reales o
imaginarios, que el sujeto se atribuye, como si un inquisidor lo sujetase
constantemente a sus culpas, pasadas o futuras” (Nardone,
Giorgio & De Santis, Giulio, 2011: 97). Conor sufre por todos estos pensamientos, y quiere
liberarse de la angustia. Por lo tanto, desea la muerte de su madre para
terminar su dolor.
No obstante, ¿un querido hijo puede
tener esta idea inmoral? Piensa que ha hecho mal y por su culpa, su madre se
cae, muere. Por eso dice al monstruo, “Merezco un castigo. Me merezco lo peor.”
“El inquisidor interior tortura a la persona hasta arrancarle la confesión de
un delito perpetrado o de uno que podría desear o tener la intención de
perpetrar.” (Nardone, Giorgio & De Santis, Giulio, 2011: 97) En su interior, Conor se está torturando
siempre, por eso tiene las pesadillas cada noche. La pesadilla es una
presentación de su dolor.
Cada vez sufre más, desea más la muerte
de su madre y se siente más culpable. Es un círculo vicioso. Mientras aumenta
el dolor, nuestro cuerpo tiene un sistema para protegernos. Entonces surge el
monstruo. Como él dice, “He venido por ti, Conor O’Malley. Fue tú quien me
llamaste.”
“La naturaleza genera
monstruos, de los cuales a veces se ocupa la literatura”. (Botero Uribe, D., 2009: 102) La primera vez el monstruo sale con una imagen tenebrosa. Su cuerpo
está formado por un tronco enorme y ramas entrecruzadas; dentro de su
cuerpo está llena de fuego. Cuando ruge el monstruo, salen ramas y fuego desde
su boca. Esa es la imagen del monstruo, también es la representación del dolor
de Conor. El monstruo viene porque Conor está sufriendo en su interior y quiere
librarse del dolor, como un monstruo luchando para ser libre. “Si la estructura de la consciencia (conocimiento)
es lingüística, como piensa Yuri M. Lotman, y la estructura de la conciencia ética es experiencia de vida
reflexionada, el dolor aparece como una supraconciencia porosa que aturde al
significante.” (Botero Uribe, D.,
2009:100) En el caso de Conor, el dolor es un obstáculo, que se presenta como
un monstruo.
En conclusión,
podemos ver dos signos especiales para expresar el dolor en la película: la
pesadilla y el monstruo. Siempre tenemos los mitos de que “los niños no sufren” y que “el duelo en los niños no provoca un sufrimiento tan
profundo como en los adultos” (Lozano Cortés, L.M. y Chaskel,
R., 2009: 26). Quizás tenemos este estereotipo tan sólo porque las
representaciones del dolor entre adultos y niños son distintas. Es cierto que sinceramente queremos que la infancia sea sencilla, feliz e inocente. Sin embargo, ¿realmente podemos protegerlos de la
muerte, del sufrimiento, del dolor? En mi opinión, que el mundo de la infancia sea
inocente y feliz no significa que no deberían saber toda la verdad de la vida.
Es decir, les podemos mostrar la parte paradisíaca, mientras se enseña el
dolor. Sólo necesitamos encontrar un medio de acuerdo con sus niveles
cognitivos. Me parece que el arte es una condición sine qua non en el
proceso de ayuda para conocer el mundo. “El arte no vence el dolor, pero puede
seducir, incorporarse a la creación como un desafío estético.” (Botero Uribe, D., 2009:101) En el caso de Conor, los
cuentos le ayudan a curar su dolor. En la vida real, a través de la aventura de
muchos libros, también experimentamos la felicidad y el dolor de todo. Como la
autora de Un puente a Terabithia, Katherine Paterson dice, “Lo que más me ha gustado son
los libros que me hacen experimentar todo el espectro de la vida. Me hacen reír y llorar y preocuparme. Me asustan.
Todo lo que una persona normalmente experimentaría en su vida está encapsulado entre las portadas de dicho libro.”
La madre de Conor ha
dicho, “A la gente no le gusta lo que no entiende. Les da miedo.” Mediante las obras artísticas, quizás
tendríamos más conocimiento, y menos miedo. Pase lo que pase, la tormenta vendrá
algún día. No podemos evitar, pero podemos preparar. En este caso, el arte
puede ser una paraguas de protección. Nos ayuda a expresar el dolor, también
nos ayuda a curarnos.
Bibliografia
Botero Uribe, Darío (2009) “Semiótica
del dolor”, Revista Amauta, Barranquilla (Col.) nº 14 julio-diciembre 2009,
pp.99-105.
Lozano Cortés, L.M. y Chaskel, R. (2009)
“El diagnostico y manejo del duelo en niños y adolescentes en la práctica pediátrica.
Reconocimiento y manejo”, Revista CCAP vol.8, nº 3 2009, pp.19-32.
Nardone, Giorgio & De Santis Giulio (2011): Pienso, luego sufro. (Trad. Pere Salvat Farré). Editor
digital: Titivillus, en:
https://zh.scribd.com/document/318526711/Nardone-Giorgio-Y-De-Santis-Giulio-Pienso-Luego-Sufro-pdf [fecha de consulta: 6 de junio de 2018]
* Shan Luo es Magister en Investigación en Periodismo (UCM)