sábado, 28 de diciembre de 2013

El último caso de Sherlock Holmes

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La prensa se hace eco hoy de un hecho que puede ser calificado como histórico: la sentencia de un juez norteamericano reconociendo que Sherlock Holmes pertenece a la Humanidad, que ha pasado a ser de dominio público. El conflicto se había desatado, lógicamente, por el freno impuesto por parte de los herederos de cualquier intento de desarrollar los caracteres que Air Arthur Conan Doyle creó. Los herederos tienen sus derechos, lógicamente, pero la Humanidad tiene derecho a que el personaje sea suyo. Las novelas que están sujetas a derechos lo siguen estando y producirán sus beneficios, pero no es eso lo que cuestionan los que denunciaron las limitaciones, sino algo muy distinto.
Entre las declaraciones de las personas que han intervenido apoyando la iniciativa de Leslie S. Klinger, el editor que realizó los movimientos legales para ganar la figura de Holmes y rescatarla del control de los herederos, se encuentra la enviada al juez Rubén Castillo, el encargado del caso, por la novelista y profesora norteamericana Valerie Sayers. Hay algunos aspectos notables en sus argumentos. Sayers, novelista con reconocimiento crítico y ocho novelas publicadas, contrapone los personajes literarios con otros personajes de la cultura popular, como los que proceden de los dibujos animados (cartoons), personajes "planos" (flat), según la terminología que E.M. Foster acuñó en su estudio sobre la novela.

5. While the characters that populate cartoons and other entertainment media often have few or limited dimensions, a literary character such as Sherlock Holmes has the complex background and maturing emotions, thoughts, relationships and actions that characterize human development over time. When a series of stories or novels features the same character, one has to look at all the works in question to ascertain whether the character is fully created in the first work in the series, or whether the character continues to be created and developed over some or all of the works in the series. A bright-line rule that the main character in all of the stories was fully created in the first work in that series might comport with cartoon or flat characters, but does not comport with the creation and development of literary characters. A distinction I frequently make to my students is that readers look to many works of popular entertainment for reassurance that the world works exactly as they think it does. It is crucial in such flat works that characters do not alter dramatically. In literary fiction, by contrast, characters continue to develop, thereby frequently upsetting or surprising a reader's expectations.*

El punto señalado señalado por Sayers es relevante porque es el que determina el paso de la obra, el elemento concreto, discreto, al flujo de la cultura, un elemento discontinuo y dinámico. El conflicto de derechos que se derivan de la concepción propia de conjunción de visiones industriales y legales de la cultura nacidas en el siglo XVIII con la revolución burguesa, que hizo suya la novela, tiene ese punto de fricción: el encierro de los personajes cuya tendencia natural es al desarrollo, a desplegar su potencial en obras de los mismos autores o completadas por otros. Para Sayers lo literario se define por lo incompleto, lo que le asemeja a la vida humana misma, siempre incompleta, construyéndose en cada situación en la que se encuentra. Solo una concepción "esencialista" (como un "ente" inalterable) o "economicista" (como un "producto" acabado) del ser humano y, por analogía, de su representación artística pueden concebirlo de forma cerrada o conclusa.
La idea de Forster de que existe otro tipo de personaje, los "esféricos", capaces de evolucionar desde nuevas situaciones y no como una respuesta mecánica, se oponía a la representación clasicista de los personajes como "caracteres" y su uso didáctico. En cuanto que eran encarnaciones de virtudes y vicios, no necesitan "evoluciona", solo ser castigados o premiados en función de su naturales. El final de las obras se centraba en dejar claro a los lectores y públicos que la virtud era recompensada y el vicio castigado. No había nada mucho más allá. Por eso la novela revolucionó la percepción social al mostrar la diversidad psíquica e introducirse en sus meandros y oscuridades, al centrarse en el estudio de un ser dinámico, situado en las corrientes de la Historia.
Otro de los aspectos señalados por Sayers se centra en la idea de que una serie de narraciones no puede darse por conclusa más que de manera artificial:

6. When an author creates a literary character in a series of works, the character is a single continuously developing creation, not fully realized until the last story or novel about the character. The fully realized character is no more completely revealed in an author’s first story or first novel than a character in a single novel is fully revealed in the first chapter of that novel. To suggest that the character is “created” only in the first chapter or story is at odds with the reality that the writer continues to create the character through an entire novel or series. While a successful character is recognizable and memorable in the first chapter of any good novel, the rest of the novel continues to develop the creation of that character in multiple ways. To say that a complete character is present in the first chapter of a novel is akin to saying that a fully developed person is present at birth.*


La idea esencialista de personas y personajes podría ser explicada desde esa formulación final: decir que una persona está cerrada desde su nacimiento o que un personaje lo está desde el capítulo primero. No se entra, sin embargo, en lo que para mí sería la conclusión del razonamiento, al unir ambos: un personaje está incompleto porque también lo está aquel que lo ha creado. En efecto, la visión teológica que tenemos del acto de creación artístico —la palabra "creación" siempre se reservó para la divinidad— , nos hacer vernos en ese acto como completos, como el Dios de ese universo que creamos, del que disponemos a nuestra voluntad —recuérdese la famosa frase de Joyce al respecto—. Sin embargo, la historia que creamos debería ir en paralelo a nuestra propia evolución, algo que se percibe cuando los personajes son trasuntos del autor, que trata de reflejar en ellos la adquisición de conocimiento de la vida y experiencia. Piénsese en lo hecho en el cine por Truffaut con su personaje Antoine Doinel, encarnado por Jean-Pierre Léaud, que comenzó siendo un niño en Los cuatrocientos golpes (1949) y fue avanzando por la vida, al ritmo de Truffaut, año tras año, película tras película. El acto de creación se dilata en el tiempo acogiendo la propia evolución de su creador. No es la planificación futura, sino, por el contrario, un futuro abierto, humano.


No todos los personajes de los relatos cuenta con este potencial, evidentemente. Desde un punto de vista teórico podrían hacerlo, pero no lo hacen porque existe un componente de caja negra, podríamos decir, difícil de evaluar pero fácil de percibir: el deseo insatisfecho de quien lo recibe o, lo que es lo mismo, el de continuar dándole vida a través de nuevas creaciones. En última instancia, Sherlock Holmes sigue vivo por el amor de sus lectores, que llega a concretarse en nuevas obras, es decir, en el deseo de seguir leyendo, de seguir disfrutando de un placer al que no se renuncia por lo acabado de la obra. Nada fastidia más que fin de una obra que nos ha gustado plenamente.

Nuestras explicaciones económicas hablarían de mercados y de audiencias, del "mientras que el público quiera", etc., pero creo que se puede ir un poco más allá y hablar de fenómenos más cercanos a la estética y al gusto colectivo que al mero consumo. El fenómeno creciente del "fan fiction", el deseo de continuar la vida de los personajes que se les ofrecen mediante nuevas historias que producir y leer, es una muestra de las peculiares relaciones que mantenemos con nuestros objetos de deseo artísticos.
Esto ya no se reduce a un mero fenómeno de aficionados, sino que obedece a un deseo manifiesto, quizá el reverso de la angustia de las influencias que Harold Bloom detectó como elemento esencial que surge en la misma época a que nos referimos, el movimiento romántico. El enfrentamiento romántico con sus precedentes creativos era traumático. Hoy no lo vemos así en un mundo posmoderno, en el que el arte juega un papel distinto. De la ansiedad hemos pasado al gusto por la continuación, radicalmente diferente al placer imitativo de los neoclásicos. La cultura es vista como un cabalgar relevos entre postas.
En su undécimo argumento, Valerie Sayers reconoce el hecho de que lejos del cultivo de la originalidad, valor romántico por excelencia, y que los derechos legales cubren y amparan como fundamento de la propiedad de las ideas, ella se adentra en otra forma de creación de reconocimiento explícito de las influencias en vez de la represión psíquica que Bloom detectó. Sayers señala:

11. My decision to write multiple works featuring the same characters was influenced by my early reading such classic literary cycles as Sophocles’ Oedipus trilogy; ambitious detective fiction such as the Sherlock Holmes stories (and, later in my reading, the Adam Dalgliesh novels of P.D. James); and especially by William Faulkner's Yoknapatawpha novels and stories and their development of the characters in the Compson family. The range of this brief literary list suggests the range of literature in which the repetition of rich characters is possible. Even in such disparate examples—Greek tragedy, murder mysteries of the nineteenth and twentieth century, and modernist fiction—each of these examples is distinguished by the ongoing development of character complexity.*

Los ejemplos y precedentes que la escritora señala forman parte del tejido de la cultura y de ese deseo de desarrollo de la complejidad de los personajes, como ella señala. Lo importante realmente es que estos personajes complejos despierten el deseo de continuidad, que sean capaces de revivir a través del deseo, concretado en nuevas historias.
En cierto sentido, hay un componente de justicia poética en esto, pues los personajes como Holmes surgieron para el consumo popular y, sin embargo, se libraron del agotamiento lector que suele caracterizarlos por su renacer constante a través de muchas vías. La cultura siempre ha sido un sistema de reciclado; solo si se ponen barreras artificiales se impide esa reformulación y retorno que caracteriza a su dinamismo.


En los últimos tiempos me he dedicado a recopilar algunas viejas películas sobre Holmes y muchas de ellas no son casos desarrollados en las obras de Conan Doyle, sino verdaderas creaciones de los guionistas, que partieron de la base del personaje para establecer sus propios caminos. Muchas de ellas no son buenas prolongaciones y convierten en plano al personaje, que que queda reducido a un estereotipo, pero en otras encontramos matices y profundidades que ofrecen alternativas factibles al personaje. Es por esas posibilidadescrece.
por donde el personaje
Las dos series televisivas actuales sobre Holmes ("Sherlock" y "Elementary") y las dos películas cinematográficas interpretadas por Robert Downey Jr. y por Jude Law, dirigidas ambas por Guy Ritchie, son formas muy diferentes de abordar el personaje del detective. También lo son otras series que han derivado de ellas, como la popular  House, considerada dentro de la tradición. Hay muchos otros ejemplos de desarrollo en diferentes direcciones y tendencias. Con mayor o menor fortuna, más clásicas o más modernas, reproducen el gusto y el interés por un personaje que, aunque los jueces no lo reconocieran hasta ahora, ya formaba parte del imaginario colectivo. No es fácil contener a un personaje que ha demostrado que está por encima de su propia concreción literaria, que se renueva a través de las lecturas que despiertan el deseo de seguir dándole vida.
Sherlock Holmes también ha resuelto su último caso, el "1:13-cv-01226", número con el que estaba registrado en el juzgado de Illinois que ha concedido el paso del personaje a todos aquellos que quieran continuar sus aventuras.



* "AFFIDAVIT OF VALERIE SAYERS". Case: 1:13-cv-01226, Document #: 27-5 Filed: 09/10/13". THE UNITED STATES DISTRICT COURT FOR THE NORTHERN DISTRICT OF ILLINOIS / EASTERN DIVISION http://freesherlock.files.wordpress.com/2013/09/sayers-decl.pdf


Joaquín Mª Aguirre es profesor de la UCM, crítico, editor de la revista de estudios literarios Espéculo y del blog El juego sin final. Su blog diario es Pisando charcos.




miércoles, 4 de diciembre de 2013

Mitologías de la verdad y la mentira

Maica Rivera*
Nuestra experiencia estética no es solamente agradable: también es valiosa. Nos lo enseñó con maestría C.S. Lewis, cuya obra de ficción es toda una reivindicación de la imaginación como vía de conocimiento. A él se lo mostraron, a su vez, los Inklings Owen Barfield y, por supuesto, J.R.R. Tolkien; y de ello queda prueba en el libro Dicción poética (1928) y el poema Mitopoeia (1988), respectivamente. Todos vienen a decirnos que en el corazón del mito, hay verdad, una verdad cognoscible, atemporal e intercultural, que devuelve al hombre a la esencia de la vida, en diferentes grados, y lo conecta con su dimensión trascendental mediante un juego de arquetipos radicalmente alejado de la mera fantasía y el vano escapismo.


Sin embargo, se han acallado las románticas voces de este trío excepcional. Siguiéndose las inercias de un materialismo ciego y feroz, se ha dado la espalda a su importante legado y corren malos tiempos para la imaginación. El escepticismo postmoderno que la degrada culmina con el mayor maltrato jamás vivido por ella: ahora es, sin remedio, sin matices y, lo peor de todo, sin previa consideración, exclusivamente la loca de la casa. Apenas nadie se para a pensar con la serenidad de C.S. Lewis sobre ese viaje maravilloso del mito a la verdad y, por tanto, tampoco es fácil encontrar con quien compartirlo como él lo hizo íntimamente con los suyos en el legendario pub The Eagle and Child (The Bird and Baby). Muy al contrario, la tendencia dominante en la actualidad es radicalmente opuesta. No se parte, en buena compañía y en aras de la actividad intelectual, de una supuesta mentira para alcanzar objetivamente lo arquetípico en la escalada del saber. Justo al revés: se viaja, en solitario y con gran pasividad, desde una supuesta verdad hasta la tendenciosa subjetividad del estereotipo, con los medios de comunicación como vehículo. Estos promocionan un recorrido vertiginoso cuya velocidad impide el correcto desarrollo de cualquier proceso reflexivo, engordándose cada vez más un círculo vicioso de estereotipación autocomplaciente de la realidad con vistas al espectáculo vacío, efímero y desprovisto de profundidad. Irremediablemente la puesta en escena de la información acaba prevaleciendo sobre el significado de los hechos, como aprecia Ignacio Ramonet en La explosión del periodismo, quien, además, acude a Albert Camus para acreditar que esta degradación de la situación comunicativa, vital por ende, viene de lejos porque “se quiere informar rápido en lugar de informar bien y la verdad no sale ganando con ello”. Por tanto, hoy es un revulsivo perfecto, a todos los niveles citados, la actitud lewisiana, la que nos invita a redescubrir dialécticamente y con calma “lo eterno sin disimulo”. 




* Maica Rivera es periodista cultural, redactora de la revista Leer. @maica_rivera  https://twitter.com/maica_rivera