domingo, 1 de junio de 2014

Comer, beber, amar: la sociedad moderna y la ética tradicional de China.

Kai Zeng*
Una vez, en el restaurante de la Facultad de Ciencia de Información, pregunté a mi profesor: ¨en España hay muchos platos famosos como el cerdo asado, el jamón ibérico, la paella, las tapas, la tortilla, los mariscos, etc., ¿pero cuál es lo más representativo como símbolo de la comida española?¨. Mi profesor no me mencionó ninguna comida típicamente española, con una fama nacional o internacional directamente, sino que me dijo que en España había muchos platos buenos, todos estaban marcados por pueblos determinados, tenían relación con las situaciones del clima, los suelos, la hidrografía, la vegetación, la tradición y las costumbres de los residentes locales. Por ejemplo, en la zona de las montañas cubiertas de robles, la gente cría cerdos, así evolucionaba el jamón ibérico. En Madrid podíamos disfrutar de los mejores mariscos, porque aquí existían mercados exigentes bien abastecidos.

Eso me hace pensar en la misma situación en China, en una tierra vasta y antigua en la que hay ocho cocinas, representadas por miles de platos. En el norte de China, existen praderas, hay más ovejas y vacas; la gente cocina a menudo con carne de res y el cordero. En el sur del país, existen ríos y lagos, hay más acuicultura, aves de corral, a la gente le gusta comer pescado y pollo. En las zonas costeras, el pueblo está especializado en la cocina marinera. En el sur húmedo, a las gentes les gusta el picante con el fin de deshacerse de la humedad del cuerpo. En el norte prefieren la barbacoa y el vino fuerte para resguardarse del frío. Una comida es una expresión de la cultura; la forma de comer refleja nuestros valores y nuestra actitud hacia la vida.
La cena es como metáfora de la vida, una pequeña mesa llena de una amplia variedad de platos refleja nuestro sueño, deseo, amor y conflicto, describe nuestra relación personal y la realidad cultural y social. A través de la película Comer, beber, amar (1994), el director Ang Lee nos reconstruye unas escenas auténticas de la práctica cultural china. También muestra a todo el mundo el choque de los valores morales tradicionales entre oriental y oriental, entre tradicional y moderna.
Empieza por unos planos vivos: el aceite está hirviendo en la olla; las verduras, pescados, cerdos y pollos fueron cortados ordenadamente, el fuego y el humo están bailando; uno y otro plato salen mientras exhalan el aroma. En una cocina dentro de una casa, o una casa dentro de una cocina, el padre Zhu, un cocinero profesional, está realizando una carrera contra el tiempo para preparar la comida y espera el regreso de sus hijas. Las fotos colgadas en la pared nos cuentan el fondo de la identidad, la fama y gloria de este personaje.



En China hay un refrán: la comida es considerada por el pueblo como el cielo, también es traducida en español como: el hambre genera descontento. Un buen cocinero no sólo es el núcleo de la cocina, también es el protagonista de la familia, al igual que este hombre, el responsable de una familia monoparental. Las verdaderas comidas chinas están hechas a mano, por sus procedimientos engorrosos de preparación, no pueden ser fabricadas por la producción estandarizada. Cada plato es la cristalización de la sabiduría, la experiencia y la técnica de su propio cocinero; es su interpretación cultural y expresión emocional. Por eso, cada cena es incopiable, está identificada por el toque personal. A los jóvenes chinos les encantan los exóticos modernos como KFC, McDonald, etc. por su fama mundial, sencillez y rapidez, pero nunca olvidan el sabor de los platos preparados por sus padres durante sus infancias. En este sentido, para el padre Zhu, esta cena tradicional, típicamente original de China, es considerada como el vínculo emocional de su familia; significa la responsabilidad, esperanza y la atención de un padre para sus hijas.
Durante miles de años, por su forma y contenido, una cena tradicional china apoya la comunicación, organización y estructura familial de manera material y espiritual. Pero vale la pena mencionar que en la antigua sociedad de China el rol del cocinero familiar era realizado sólo por las mujeres. Hasta cierto punto, en el principio, esta división del trabajo era una forma para destacar el estado y la importancia de la mujer en la familia, pero con el desarrollo de la sociedad, evolucionó en el símbolo del machismo y del pensamiento feudal. En esta obra, sobre el configuración de rol, el autor no describe una relación entre la madre y sus hijos, ni entre la madre y todos los miembros de la familia; el papel de la madre de una familia china es reemplazado aquí por el padre. El concepto tradicional de una cultura feudal se rompe y está reconstruido.
La mayoría de las personas no rechazan las comidas deliciosas, pero en esta película se enfrentan a los alimentos preparados con cuidado por un maestro de cocina; las tres hijas tienen una apatía evidente, quieren escapar de esta casa. Una suntuosa cena parece que no puede retenerlas.


¿Por qué las cosas buenas llegan a ser redundantes? En mi opinión, la felicidad de la vida viene por la libertad de la humanidad, no debe ser atada por formas y estructuras tradicionales. El padre cocinaba para mantener una estructura familiar, aunque había perdido el sentido del gusto hacía mucho tiempo. Y sus hijas estaban evadiendo la responsabilidad del mantenimiento de las personas mayores y luchando para buscar la libertad de sus propias vidas. En este momento, cualquier comida refinada perdió su sabor. Afortunadamente, empezó la formación de la reestructura. La tercera hija parece tranquila y dócil; quedó embarazada del hijo del novio de su buena amiga. La primera hija, cristiana, se casó con no cristiano. La segunda hija, ambiciosa, más abierta, también es la primera persona que propuso su idea de salir de la casa, por fin volvió a lo tradicional; renunció y se convirtió en un ama de casa voluntariamente. El padre, el defensor de la forma, estructura, moral tradicional, salió de la casa y se casó con la hija de su vecina. Por fin, todos los personajes encontraron sus propias salidas. En el laberinto de una sociedad moderna, entre los occidentales y los orientales no hay diferencia, buscando una misma naturaleza humana, desean la libertad y el amor.
En la escena final, el sentido del gusto del padre Zhu fue restaurado; un corazón feliz y libre siente el sabor y la felicidad de la vida. Confucio dijo que la comida y el sexo estaban en la naturaleza humana. Los chinos no son apáticos. La película Comer, beber, amar ayuda a los chinos que se avergüenzan de expresar emociones para realizar una vuelta a lo esencial de la humanidad.



* Kai Zeng es Máster en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Realiza su doctorado en la UCM.

1 comentario:

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