por Joaquín
Mª Aguirre (UCM)*
Me
desperté en mitad en una de las calurosas noches del verano de 2016. Lo que
había ante mí en la pantalla era una abrumada joven en la habitación de un
psiquiátrico, acosada por los médicos que intentaban sacarla de un episodio de
deliro. Los padres intentaban recuperarla de ese mundo que amenazaba con
atraparla. En su delirio, la joven creía ser la elegida acabar con un mundo de demonios, vampiros y
todo tipo monstruos. Intentaban sacarla de aquel mundo de fantasía en el que
vivía encerrada, desconectada de la realidad. En su delirio, la joven creía
tener una hermana que nunca había tenido.
Despertarse
y encontrarse ante el dilema de aquella joven torturada fue un auténtico
choque. Ante mis asombrados ojos la joven elegía finalmente, por amor a sus
extraños amigos, quedarse encerrada en el inquietante pueblo que servía de boca
al Infierno. No era otro que Sunnydale, una tranquila localidad californiana a
la que se había trasladado seis años antes, tras una violenta conducta que la
llevó a ser expulsada de su instituto. La joven, llamada Buffy Summers, decidía
sumirse en el horror y desconectar de la realidad.
Ese
acontecimiento nocturno fue como una revelación. El programa era un episodio de
la sexta temporada —como muchos habrán reconocido— de la serie creada por el
guionista, productor y director Joss Whedon, uno de esos genios de la narrativa
televisiva. La serie, pues, no era otra que "Buffy, cazavampiros"
(Buffy, The Vampyre Slayer) y se cumple este año 2017 su vigésimo aniversario,
una celebración por todo lo alto.
La
cadena televisiva en la que vi el episodio aquella noche había hecho una
extraña programación con la emisión de varios episodios de distintas temporadas
en el día. De esta forma, me sumergí en la locura de intentar reconstruir un
universo en el que los saltos temporales de una a otra temporada dibujaban un
extraño recorrido. Lo más sensato: me hice con las tres primeras temporadas,
después imparable con el resto, excepto con la séptima, una temporada esquiva
que costó tiempo encontrar.
En estos
tiempos en que tanto se ponderan las series televisivas y se reconstruye su
historia tratando de encontrar los giros y transiciones, la crítica española
está ignorando lo que ha sido uno de los grandes fenómenos de la televisión...
y mucho más.
La
serie comenzó en 1997 con una idea muy simple que a Joss Whedon le gusta
repetir: muchas las películas de terror comienzan con una chica rubia a la que
ataca un vampiro, un hombre lobo o cualquier monstruo. La idea de Whedon era:
¿qué ocurre si la chica se defiende y destroza al vampiro, hombre lobo o
demonio? Una idea simple puede seguir siendo simple en función de las manos en
las que caiga. Con esta idea se hizo un largometraje destinado a la gran
pantalla que, pese a contar con Donald Sutherland como el instructor y
vigilante de una atlética Buffy, no fue un gran éxito. Pero fue lo suficiente
como para dar el permiso para hacer una primera temporada de de 12 capítulos
para ver qué daba de sí.
Y lo
que ocurrió fue, en términos televisivos, un milagro catódico. Alrededor de la
serie se fue formando un creciente público. Lo que había comenzado como una
especie de comedia adolescente con vampiros, demonios y noviazgos frustrados en
el instituto de Sunnydale, fue convirtiéndose en un fenómeno social y
televisivo bajo la batuta de Joss Whedon, rodeado de un puñado de entregados
guionistas, productores y directores de los capítulos. Un férreo control de la
serie por parte de Whedon aseguraba la unidad profunda de los capítulos más
allá de los episodios.
A ello contribuyó,
sin duda, una Sarah Michelle Gellar, una extraordinaria actriz por debajo de
los veinte años que interpretaba a una recién llegada al pueblo en su primer
día de instituto y a un puñado de compañeros, los menos populares. Expulsada de
su anterior instituto, floja estudiante, Buffy es la "elegida", la
caza vampiros, una en cada generación.
El gran
acierto de Whedon, su genialidad, fue no pensar en una serie de adolescentes,
sino comenzar con adolescentes. Las tres primeras temporadas son los tres años
de instituto. Pocas veces han sido tan bien descrita esa durísima vida, con la
crueldad sobre los débiles que en la serie.
La
dimensión temporal que los guionistas dieron a los personajes —Willow, Xander,
Cordelia, Joyce la madre, Gilles, Spike, Oz, Faith...— los convierte en seres vivos
que arrastran sus errores y debilidades por el resto de su vida, que gozan de algo que se
desvanecerá después como en la vida del resto de los humanos. Whedon ideó los
inhumanos más humanos que han sido creados, como la diablesa Anyanka, que
aprenderá a disfrutar de las miserias y grandeza de los humanos.
Terminado
el instituto, la cuarta temporada nos mostrará los destinos de los que han ido
a la Universidad y los que se han quedado por el camino. Dará lugar ese mismo
año a un spin off, "Angel", con sus cinco temporadas (que merece la
pena ver, con David Boreanaz y Charisma Carpenter), conectando Los Angeles con
Sunnydale en distintos episodios en los que los personajes reaparecen
entrelazando sus historias y mostrando que no estamos en dos series sino en un
mismo universo, con una mitología común.
La vida
de la protagonista dista mucho de ser la del glamour de las heroínas. Buffy
tendrá que asumir sus responsabilidades por su hermana y dejar los estudios. La
veremos trabajando en un burger para poder pagar facturas y hasta algún vampiro
se negará a morderla por el olor a grasa que desprende su pelo en una de las
mayores humillaciones a las que se ha sometido a una salvadora de la humanidad
y a la vez uno de sus mejores gags.
El amor
es esencial en la serie. Pocas veces se ha profundizado más en la oscuridad del
amor que en las temporadas de Buffy y sus distintos novios. Ser la elegida no
es fácil; es más bien un destino trágico que complica lo que a la protagonista
más le gustaría, la normalidad. Pero el mundo tiene que ser salvado, aunque no
lo merezca.
También
el amor de Willow y Tara fue una gran anticipación en la presentación de una
amor entre mujeres precedido del descubrimiento de su sexualidad. La
homosexualidad femenina tendrá un tratamiento narrativo como no se había visto
en una serie televisiva convirtiéndose en un elemento argumental. La
sexualidad, como cualquier otro rasgo de los personajes, evolucionara con
ellos, con su maduración, el auténtico secreto de la serie.
Buffy
tiene un gran villano por temporada. Desde la segunda temporada, la serie tiene
algunos de los mejores villanos de la historia de la televisión, personajes
como no se han visto anteriormente ni después. Gloria, la malvada semidiosa
aficionada a vestirse de Prada en su versión humana es una gran creación de la
televisión; lo mismo puede decirse del alcalde de Sunnydale en la tercera temporada.
Hay
episodios de Buffy que son antológicos. Para mí, "Zeppo" o "El
cuerpo" son pequeñas obras maestras de la televisión, episodios que se
pueden ver con una enorme frescura. "Hush!" fue premiado con un Emmy.
Algunos señalaron la ironía de que le dieran el premio por un episodio
"mudo" a quien había escrito muchos de los mejores diálogos para la
televisión. Pero a Whedon le gustan los retos. Por eso se suele reservar la
escritura de los principios y finales de las temporadas.
A
diferencia de otras series que mantienen dentro de su definición genérica, Buffy tiene la libertad de jugar con los
géneros y saltar de la comedia adolescente, a la tragedia, de las costumbres juveniles
a su psique, centrándose en cómo la vida nos cambia y frustra, en cómo lo que
deseamos se escapa y lo que anhelamos nos daña. Es un enorme canto a la amistad
y una muestra de los altibajos vitales.
La
serie es la demostración de un principio creativo: ama a tus personajes. Ámalos
aunque sean imperfectos; no les abandones, síguelos. En los primeros minutos
del primer episodio de Buffy se nos
muestra una pareja que se cuela en el instituto. Todo nos hace pensar que él es
un vampiro que va a acabar con la rubia,
hasta que la rubia enseña los colmillos. Es Darla, una de las vampiresas que se
mantendrá en los primeros capítulos. Darla reaparecerá en la serie
"Angel" dando lugar a una de las temporadas más densas de la
televisión en el final de la serie. No abandones a los buenos personajes, pero
no los agotes; déjalos que crezcan y vivan y hazlos volver. Lo mismo ocurre con
Cordelia, la creída chica popular del instituto de Sunnydale, que reaparecerá
en "Angel" creando un maravilloso personaje. Del estereotipo inicial
a un personaje esférico y admirable. ¡Qué decir de la transformación de la friqui Willow a lo largo de toda la
serie! Todos están vivos porque cambian.
El
soporte de la serie es el personaje de Buffy encarnado en una actriz única, Sarah
Michelle Gellar, una mujer dotada para la comprensión de un personaje cuya
definición es precisamente interna. Lo importante de Buffy no es lo que dice
sino lo que calla, lo que sus ojos son capaces de decirnos sin una sola
palabra, algo resaltado por los guionistas al señalar que comprendía todos los
matices del personaje, que son muchos y crecientes. Matar vampiros y demonios
puede ser una rutina.
Es su
tragedia lo que apenas se nos revela en momentos de diálogos extraordinarios,
que se encuentran entre los mejores de los escritos para la televisión. Whedon
ha reservado esos maravillosos diálogos para cada personaje, para mostrarnos
que hasta el que siempre se muestra como un payaso, como Xander, está dotado de
una profundidad inmensa. Recuerdo un extraordinario diálogo entre Xander y Dawn
que tiene como tema la "normalidad" de las personas y de cómo se
puede ser extraordinario de muchas formas. Los diálogos sombríos sobre el amor y el deseo, sobre la manipulación del otro entre Spike y Buffy son espléndidos.
Sarah
Michelle Gellar ya era una gran actriz, una ganadora adolescente de un Daytime Emmy
por su papel en la serie All my Children.
Con 19 años interpretó a la Buffy que debía tener dieciséis años. Ella se
presentaba al casting para otro de los personajes, pero el buen ojo de Whedon
para la selección de actores decidió. Ella sería Buffy, Buffy la cazavampiros,
la elegida, de la que solo hay una en cada generación.
La
serie hizo algo más que cambiar el destino de las chicas rubias y al dejar de ser
mordidas por vampiros. Ahora que tanto se habla de la series de mujeres, pocos
lo han sido tanto como Buffy. La
serie acaba siendo una reivindicación coral de la feminidad. Sin embargo, Buffy queda silenciada.
Este
verano he vuelto a repasar las siete temporadas, que casi he acabado. Puede que
el año que viene haga lo mismo. Cada vez es una experiencia distinta y te
permite apreciar las innumerables conexiones que Buffy mantiene entre capítulos
y temporadas aumentando la complejidad de la historia.
En su
cuenta de Instagram, Sarah Michelle Gellar puso el siguiente texto con motivo
de los 20 años de la emisión primera de Buffy:
20 years ago today, I had the greatest
privilege to bring Buffy to your tv screens for the first time. It was a long
and challenging road to get there. First the movie, then a passed over pilot
presentation, and eventually a mid season time slot on a little known network.
That first season, we liked to think of ourselves as the little show that
could. While we knew the potential, I don’t think any of us saw the lasting
impact our show would have. As an actor, you wish for that one role where you
can leave your mark and forever be remembered, with Buffy I got so much more.
She’s a feminist challenge to gender hierarchy. Buffy may have been the Chosen
One, but I was the lucky one. Thank you to Gail Berman for always believing
there was a show in that movie. Thank you to Joss Whedon, for trusting me to
give life to one of the greatest female characters ever created. Thank you to
David, for always being my Angel. Thank you to James for understanding that
while Buffy and Spike may have been love/hate, I have nothing but love for you.
Alyson, as any woman knows, you are nothing without the love and support of
great female friends, so thank you for being that. Michelle, you will always
hold a key to my heart. Thank you to all the incredible actors for seven
seasons of amazing performances. I would be remiss if I didn't mention the
incredible crew that worked tirelessly (and also really tired) to bring this
show to life. And lastly, but most importantly thank you to all of you, the
fans. We made this show for you, and your unwavering support has kept this show
going long past our seven years. You are everything. And always
remember..."if the apocalypse comes, beep me" #buffyslays20
Entre
sueños, he descubierto que Buffy ha vuelto. Ha vuelto a la programación. Una
buena ocasión para seguir su historia. Hay una en cada generación, pero Buffy
ha sido única. Por eso, si llega el apocalipsis, la llamaremos.
Joaquín Mª Aguirre es profesor de la UCM, crítico, editor de la revista de estudios literarios Espéculo y del blog El juego sin final. Su blog diario es Pisando charcos..
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