Belén Mainer Blanco*
Hace cinco o seis años llegó a nosotros el término "cloud",
la nube. Era algo que ya convivía con nosotros aunque no teníamos mucha
conciencia de ello. El extinto Messenger o nuestros correos Hotmail o Gmail ya
estaban en la nube. Entonces se hablaba de la nueva tendencia sin saber si
cuajaría en el mercado.... pero cuajó. Su uso se ha ampliado hacia el ámbito
empresarial, hacia el Internet de las
cosas, etc., que ha hecho que hoy la nube esté entre nosotros. ¡Y en tan
poco tiempo! Recientemente, un amigo me confesaba cómo descubrió la infidelidad
de su pareja porque, ¡qué vergüenza!, subió a la nube la información de su
móvil! Ella, la infiel, le había confiado sus claves. Él solo tuvo que
conectarse para tener la certeza de lo que ya sabía. Hay quien sabe cómo
facilitar que les pillen… ¡qué cobardía!
Pero volvamos a lo
que nos ocupa. La nube ha sido, es y seguirá siendo un éxito; adaptada a todo
tipo de demandas y requerimientos. En muchas ocasiones el asunto consiste en
dar una vuelta de tuerca a lo ya creado, es lo que se llama innovación, ver desde otros prismas una
realidad consolidada (la nube era un paso más de lo que ya se sabía, una
evolución de la virtualización). Hoy,
el término de moda es Big Data, un mecanismo que nos permite consultar y
gestionar en segundos enormes bases de datos. Y la pregunta de un usuario
normal, de a pie, es: ¿eso cómo me afecta? Es cierto, está dirigida a grandes
empresas, pero todos somos al final clientes de alguna gran empresa…, por
tanto, también nos afecta. Muy sencillo, hoy me ponía un gran ejemplo un amigo.
Comentábamos las detenciones producidas sobre pasajeros que habían publicado
comentarios contra EEUU en su Twitter personal. Big Data permitió conocer a las
autoridades estadounidenses esa información en segundos y se la hizo llegar al
que la requirió: el gobierno de los EEUU (con muy poco sentido del humor en
esta materia), lo que permitió detectar a los infractores. ¡Qué desfachatez,
cómo se atreven a insultar a EEUU y luego venir de visita!
Big Data permite rastrear dónde y a quién llegan nuestros
Twits, permite rastrear nuestra navegación, permite buscar por la red la
información que nos interesa en breves momentos… Somos un libro abierto para
quien quiera saber qué consultamos, interesante.
Y no perderé la oportunidad de decir lo que Big Data
significa para la nueva generación de consolas, que pronto inundarán el mercado
para ofrecernos todo el consumo a golpe de mando. Nos aconsejarán lo que creen
que nos puede gustar por nuestro historial de búsquedas, consumos… Nos
ofrecerán todo el ocio en el salón de nuestra casa. Una comunicación directa
con el usuario a través de un dispositivo elegante (digno de estar en el
salón). Sin duda, un hecho del que no perderán la oportunidad de criticar los
detractores de esta industria, como el estudio recientemente publicado acerca
de que los videojuegos son la causa del menor rendimiento de los niños en las
escuelas. ¡Qué horror y ahora, encima, el demonio se mete en el salón!
* Belén Mainer Blanco es periodista y trabaja en Gabinete de comunicación empresarial; doctora por la Universidad Complutense de Madrid, especializada en el campo de los Games Studies.
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