Joaquín
Mª Aguirre (UCM)*
El gran
sociólogo Norbert Elias, en su obra Reflexiones en torno a la gran evolución. Dos fragmentos*, trató de presentar el problema que se plantea al dar cuenta de los fenómenos de
la vida, del universo, a través de un instrumento marcadamente humano como es
el Lenguaje.
Escribió
Elias la siguiente reflexión:
El lenguaje firmemente estructurado de
nuestros días dificulta la comprensión del proceso. Gustamos de emplear
formulaciones como «la aparición de la vida» o «la primera forma
viviente». Pero los términos de esta índole oscurecen el verdadero carácter del
fenómeno, su carácter de proceso. Las habituales costumbres lingüísticas y del
pensamiento nos empujan a buscar «orígenes» para la vida. Éstos, sin embargo,
no existen. Nuestro aparato conceptual, y con él también nuestra capacidad de
imaginación, apunta hacia una tajante y eterna diferenciación entre formaciones
vivas y formaciones inertes. Esto hace que sea difícil tomar en cuenta formas
de transición e imaginar formaciones previvientes que no sea posible clasificar
según las familiares categorías de «vivo» e «inerte», que no eran meras
formaciones fisioquímicas pero tampoco eran aún formaciones celulares
biológicas. (309)
El
problema de la discontinuidad del lenguaje frente a la continuidad de lo real
se convierte en un obstáculo para la comprensión, ya que operamos con esas
categorías que responden a lo estático de los conceptos lingüísticos.
¿Dónde comienza la separación tajante que el lenguaje establece entre «el tronco» y «la rama», entre «el día» y «la noche», entre la "fases"
lunares; dónde en el crecimiento embrionario, entre los colores del espectro?
Nuestras herramientas, pensamiento y lenguaje, configuradas la una con la otra,
se encuentran una y otra vez con los límites del estatismo conceptual frente al
movimiento real de los procesos. ¿Cómo dar cuenta de ellos? Si la comprensión
se produce mediante la creación de categorías distintas, analíticamente, para
poder abarcar el mundo que nos rodea, ¿cómo pensar en continuidades que restituyan nuestra fragmentación comprensiva?
Al
igual que la Ciencia, la Poesía trata de crear "imágenes" para desbordar ese
aspecto discontinuo del lenguaje; usa las palabras tratando de forjar una continuidad
que se asemeje al mundo, a la vida misma en su devenir. Su forma de conocimiento es diferente, pero se
enfrentan a los problemas comunes de la representación, que se derivan de
nuestra propia forma de pensamiento. Nosotros mismos necesitamos describirnos
desde múltiples lenguajes —desde el arte, la química, la biología, la
literatura...— para intentar dar cuenta de algo que se nos escapa por entre ese
estatismo: la dimensión temporal, transformatoria, característica de lo vivo,
la mutación permanente, que encerramos fraccionaria en "clases",
"especies", "categorías" y "definiciones". El
mundo es diverso y cambiante. Nosotros, que formamos parte de él, también.
El
lenguaje, como el cine, crea la ilusión del movimiento. Los fotogramas
estáticos nos hacen percibir el movimiento continuo. Sabemos que hay algo,
entre fotograma y fotograma, que se nos pierde, que ese movimiento es una
ilusión. No por ello es falso ni feo. Por eso amamos las ficciones y los
lenguajes con que se fabrican.
* Norbert
Elias (2002). Compromiso y
distanciamiento (1983). Ediciones Península, Barcelona.
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